30 octubre 2009
¿Feliz?
Happy de Leona Lewis, avance de su nuevo disco de 2009
Escuchar una canción, Happy de Leona Lewis, además de hacerme disfrutar un tipo de canción muy vocal y rítmica que me gusta tanto, me ha hecho pensar... si, como siempre.
Ese "ser feliz". Es extraño, porque muchas cosas en nuestra vida se guían por esta búsqueda de esa sensación. Muchas búsquedas, muchas metas se reducen a alcanzar esa sensación con su consecución.
No me refiero a la felicidad como un fin en si mismo, como algo etéreo, si no como ese premio, ese bienestar que se consigue cuando realizamos una meta o alcanzamos un sueño. Es difícil discernir si el premio de la sensación es el fin en sí mismo. Hablaría poco de nuestra superioridad intelectual y metafísica si todo queda reducido a un simple estado bioquímico cerebral dado por haber conseguido una serie de logros o de circunstancias externas a nuestra vida.
Luego la pregunta. ¿Cual es el motivo, el patrón auto-organizativo, la causa primera, el Dios o como quieras llamarlo o imaginarlo que hace que esa serie de circunstancias (amor, éxito, poder, estatus, realización...) en particular nos haga sentir así, nos mueva así. ¿Por qué a pesar de ser tan biológicamente similares, somos tan distintos en esos requerimientos, y la vez, a gran escala, tan iguales...? ¿Alguna pauta evolutiva a nivel de especie... una especie de programa director, cual pequeños nano-robots pero a gran escala, que como programación biológica tienen un conjunto de esquemas bioquímicos a bajo nivel y a alto nivel una huella a modo de subconsciente colectivo?
Y que motivo tenemos, como especie, como espécimen biológico, de sentir esta sensación, este leif motiv, porque el premio de la felicidad está claro en algunos casos, pero en otros no tanto, o puede que sí. Ese motor, del que no nos damos cuenta y nos dirige... a eso se limita todo, sin libre albedrío, destino, causa final ni pamplinas varias.
Respuestas, además de las que la ciencia pueda dar, que muchas veces, sobrepasado nuestro nivel cultural científico, no dejan de ser un acto de fé más, tenemos las nuestras propias, de nuestra metafísica de ir por casa, nuestras cabales respuestas que hacen que este día a día no carezca de sentido, hasta el punto que merece la pena seguir levantándose cada día y pagar las facturas, sin usar ese recurso de libertad que a todos nos queda, que no es más que dejar de ser libre.
Feliz, yo para ser feliz quiero un camión... ah no... eso no. Yo quiero volver al pasado y hacer aquello que no... ah no... eso tampoco... yo sé lo que quiero, que ya es bastante, pero el videoclip habla de que a veces tenemos que querer serlo sin eso que nos hará feliz... ¿no? Yo lo tengo muy claro.
27 octubre 2009
Neuromancer, ¿pasado, presente o futuro?
He terminado de leer recientemente Neuromante (Neurmoancer el titulo original) de William G. Gibson, y aunque sabía la temática y que había sido un referente en el género para muchos autores posteriores, y en particular para gran cantidad de películas... me ha hecho sentir una especie de marea y de viaje entre las olas del tiempo y la actualidad de su imaginación.
Es complicado resumir o listar la cantidad de conceptos que usa, que ahora nos parecen comunes, ya sea dentro de nuestra ciencia ficción actual, o dentro de nuestra más común realidad. Pero más complicado es intentar calibrar o contextualizar la capacidad imaginativa de este señor dentro del periodo temporal en que escribió Neurmancer (tener en cuenta que la fecha de publicación es 1984).
El más básico, el de nuestra internet, no existía como tal, solo era una serie de conexiones entre universidades y algunos tablones de publicación de estas. Con conexiones directas para cualquier tipo de interacción entre particulares y tirando de linea telefónica analógica... con sus tonos de marcado.
No sé si Gibson fue el primero, pero desde luego ese concepto se vería también en multitud de novelas del género, y ya no hablar de películas como Matrix.
Fundando el Cyberpunk como estilo de enfocar la interrelación entre la tecnología y la sociología dentro de la ciencia ficción, creo que es pionero, no ya una serie de palabras, modismos y conceptos, si no en como la gente moldea la tecnología, pero esta también a su vez, cambia los patrones de conducta, los roles sociales y la forma de relacionarse, tanto con la tecnología en si misma, como entre las mismas personas.
Ghost in the Shell se ve fuertemente influenciada por Gibson, y no sé si reconocida y voluntariamente, o no, no se puede si no ver un poco de los personajes de Neuromancer, un mucho de la ambientación y otro tanto de la relación tecnología-personna de Gibson en todo el universo creado por Masamune Shirow, desde Motoko y Batou, pasando por las IAs hasta la decandencia de ciertos estratos sociales y el problema de la diferenciación húmana, del acceso a la tecnología según el nivel económico.
A veces durante la novela, ves imagenes mentales de sistemas obsoletos, o de conceptos que te hacer ser consciente que en 1984 según que cosas no existían, pero en general, la novela es tremendamente actual, y podría seguir situandose fácilmente en un futuro a 30 ó 40 años vista, casi como cuando el autor la escribió.
Por eso el titulo de la entrada, porque para mí es una mirada al futuro visto desde un pasado de hace 30 años, con unas impresiones temporales que vienen y van, oscilando entre los aciertos que quedan curiosamente cerca de nuestra realidad cotidiana, otras visiones que hoy en día son anacronismos curiosos, y visiones a un futuro con el que llevamos mucho tiempo fantaseando, pero que no acaba de concretarse... y que con todos los problemas que tiene nuestra sociedad actual, tampoco creo que sean prioritarios.
Es complicado resumir o listar la cantidad de conceptos que usa, que ahora nos parecen comunes, ya sea dentro de nuestra ciencia ficción actual, o dentro de nuestra más común realidad. Pero más complicado es intentar calibrar o contextualizar la capacidad imaginativa de este señor dentro del periodo temporal en que escribió Neurmancer (tener en cuenta que la fecha de publicación es 1984).
El más básico, el de nuestra internet, no existía como tal, solo era una serie de conexiones entre universidades y algunos tablones de publicación de estas. Con conexiones directas para cualquier tipo de interacción entre particulares y tirando de linea telefónica analógica... con sus tonos de marcado.
No sé si Gibson fue el primero, pero desde luego ese concepto se vería también en multitud de novelas del género, y ya no hablar de películas como Matrix.
Fundando el Cyberpunk como estilo de enfocar la interrelación entre la tecnología y la sociología dentro de la ciencia ficción, creo que es pionero, no ya una serie de palabras, modismos y conceptos, si no en como la gente moldea la tecnología, pero esta también a su vez, cambia los patrones de conducta, los roles sociales y la forma de relacionarse, tanto con la tecnología en si misma, como entre las mismas personas.
Ghost in the Shell se ve fuertemente influenciada por Gibson, y no sé si reconocida y voluntariamente, o no, no se puede si no ver un poco de los personajes de Neuromancer, un mucho de la ambientación y otro tanto de la relación tecnología-personna de Gibson en todo el universo creado por Masamune Shirow, desde Motoko y Batou, pasando por las IAs hasta la decandencia de ciertos estratos sociales y el problema de la diferenciación húmana, del acceso a la tecnología según el nivel económico.
A veces durante la novela, ves imagenes mentales de sistemas obsoletos, o de conceptos que te hacer ser consciente que en 1984 según que cosas no existían, pero en general, la novela es tremendamente actual, y podría seguir situandose fácilmente en un futuro a 30 ó 40 años vista, casi como cuando el autor la escribió.
Por eso el titulo de la entrada, porque para mí es una mirada al futuro visto desde un pasado de hace 30 años, con unas impresiones temporales que vienen y van, oscilando entre los aciertos que quedan curiosamente cerca de nuestra realidad cotidiana, otras visiones que hoy en día son anacronismos curiosos, y visiones a un futuro con el que llevamos mucho tiempo fantaseando, pero que no acaba de concretarse... y que con todos los problemas que tiene nuestra sociedad actual, tampoco creo que sean prioritarios.
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09 octubre 2009
Música y un par de anuncios
Hace algún tiempo puse una pieza de Brahms, en una de esas secuencias de fotos en vídeo. También hace unos días, por un comentario en Facebook, me quedé recordando en como había llegado al vídeo en cuestión..
Claro, fue curioseando sobre melodías de un par de anuncios. Se ve que la melodía de Brahms fue también uno en su momento, aunque yo ya la había oído antes y no la asociaba con publicidad, me trajo recuerdos de no sé cuando, difusos, vagos y de nada en particular, solo nostalgia, gusto por la música, creo que de cuando de niño me dio una temporada por explorar la música clásica, de cuando las cintas de casette... e hice la entrada. Pero los otros dos anuncios y sus melodías se quedaron en el limbo, ese limbo que todo blogger que escribe por ansia, por impulso y por capricho tiene.
Una la conocía sobradamente, porque la tengo, la escucho de vez en cuando y además es de una de las obras más conocidas que hay, y mi favorita entre las piezas clásicas, es Habanera, de Carmen de Bizet. He visto una representación instrumental, y algún día me gustaría ir a la ópera. En el anuncio la encuentro bien usada, con una sincronización entre la imagen, la música y la modelo muy bien hecha, claro, es una superproducción de anuncio rodado en Madrid por El Corte Inglés, y la fotografía del vídeo es estupenda.
El anuncio se hace agradable de ver, y es de esos por los que no haces zapping. Es de posicionamiento de marca y de "recordatorio" para ir a la moda y a comprar :D pero muy bien hecho.
La interpretación elegida, es de María Callas, y lo digo de oídas, con desconocimiento alevoso y un símil burdo, pero creo que estaríamos hablando del Michael Jordan de las divas operísticas.
El otro anuncio...
...es uno de tantos de Seat, que parece que gasta tanto en fabricar coches como en anunciarlos, porque siempre tienen uno en parrilla. Este me encantó, y aunque la versión larga que os pongo se me hace un poco lenta y larga para la tele, la versión que había visto en vivo me pareció de lo mejor en publicidad en mucho tiempo. Tirando directamente de emotividad, de sensaciones, y asociando su producto a estos recuerdos, crean un efecto llamada tremendo. Si había alguien dudando entre un León y otro coche, seguro que le han dado la carga emotiva e impulsiva necesaria para dejar de hacerlo, para dejarse llevar.
Me gustó el anuncio, me gusta el coche, pero lo que me dejó pensando en él es la melodía de violín, ese momento final donde el coche se aleja, que te deja paladeando el sonido...
Por lo que he encontrado por la red, es un tango en versión instrumental de Carlos Gardel, al que yo tenía solo por intérprete y resulta que componía también. Su nombre es "Por una cabeza". Un nombre no muy poético, pero la melodía es preciosa y sus motivos tendría ;)
La publicidad de la televisión española hoy en día, te aporta perlas así, que dentro del aluvión de mensajes que intentan conseguir tu atención, cumplen su cometido debido a su calidad, tanto creativa, como a nivel técnico publicitario-psicológico. Es de las pocas cosas agradables que saco de la televisión hoy en día, lo que no sé si me hace un poco rarito, o habla muy mal de la tv nacional actual.
VIA: El Corte Inglés: Ganas de Otoño con Maryna Linchuck en tvspotblog
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04 octubre 2009
Intuición
Por intuición se entienden muchas cosas, pero yo hace ya tiempo, que concibo el concepto como una forma de conocimiento que es procesado no conscientemente.
Seguro que no es una conclusión a la que llegase por mi mismo, de hecho, sé que fue parte de mi educación en el instituto y en la clase de filosofía con mi profesor Héctor, donde llegué a asimilar este tipo de conceptos y a tener una base un poco más sólida que la gran mayoría de gente, tanto para conocerme mejor, como para analizar mi forma de pensar, o para saber un poco acerca de la psique y sus métodos.
Una consulta rápida, Intuición en la Wikipedia, puede daros una idea vaga, pero bastante cerca a ese concepto que manejaba yo, y que parece que es similar a una parte de la definición que se da al termino actualmente en la comunidad científica. Cosa que hace que parezca un poco menos desvarío y un más cerca de la verdad (aunque tampoco mucho realmente, en si mismas, por hecho de la contrastación científica).
Yo, a lo largo de mi formación, de mi educación, poco a poco, y sobretodo a partir de los 20 años, cuando de verdad creo que maduré racionalmente hablando (no a nivel de personalidad... que aún me queda para eso)... y empecé a darme cuenta que podía hacer cosas que antes no, a cuestionarme cosas, a analizar razonar planteamientos por mi mismo y discernir, bajo mi criterio, si eran mejores o peores, observé momentos a lo largo mi vida académica, en los que sin proceso racional consciente, se me presentaban conclusiones que luego, analizadas con calma, razonadas y comprobadas, normalmente eran correctas. Siempre bajo mi propio prisma. Pero me llamaba la atención.
Solía pasarme sobre todo en clase, cuando un profesor explicaba alguna materia, y principalmente si esta era de mi agrado e interesante, que cuando estaba siguiendo con atención el hilo de la clase, muchas veces me adelantaba a la conclusión sin estar pensando en buscarla, simplemente atendidendo al profesor me aparecía en la cabeza. Muchas veces tuve que callarme para no parecer repelente, aunque no siempre, y sobretodo me permitía participar cuando los profesores eran los adecuados. De todas formas no era algo que pasase siempre y en todos los temas. Tampoco me pasaba a diario, ni en los temas que me costaban... solo en materias donde lógicamente se pudieran llegar a conclusiones, o donde tuviera experiencia y/o conocimientos previos.
Luego con el tiempo, he pensado en mi vida académica en general, y viéndolo desde la distancia, creo lo que hizo que destacara en los inicios más tempranos de EGB y luego que fuera un estudiante medianamente bueno en el instituto, fue esta misma "característica" mía. En el colegio asimilaba fácilmente los contenidos, solo con prestar atención, y digamos que se procesaba todo, de una forma en la que no tenía que estudiar para los exámenes de primaria, solo refrescar la lección con una lectura el día de antes, y explicar los temas como si estuviera hablando en las pruebas por escrito.
En el instituto me encontré con una supuesta inteligencia y capacidad, que no era tal. No tenía método de estudio, como me fui dando cuenta con el paso de los años, y mis tutores intentaron hacerme ver, pero no entendí hasta hace poco como funcionaba eso. Con mi habitual trabajo de atención en clase y algo de trabajo en casa, fuí sacando los cursos con unas notas aceptables, que dentro del nivel de la clase eran destacables, y que a nivel absoluto eran buenas, dado el buen nivel de exigencia en el instituto y a unos docentes bastante buenos.
Aún así, comparándome con los 2 ó 3 compañeros que tenía por encima de mí en notas en clase, me sentía frustrado, porque era incapaz de hacer ciertas cosas. No era algo que me atormentase, pero lo percibía. Sobre todo con un compañero que era un máquina en matématicas y lógica, y a mí me resultaba imposible aprender entendiendo las demostraciones de teoremas matemáticos. Acabé sacando el BUP y el COU aceptablemente, pero yo mismo me dí cuenta que aunque fuera de ciencias, las asignaturas de letras se me daban mejor. Las materias descriptivas no me costaban de asimilar y luego con mi buena memoria, e hilvanando los esquemas relacionales entre conceptos, podía vomitar exámenes bastante legibles sin un esfuerzo tan grande de memorización como el que me requerían las demostraciones de matemáticas, o los procesos de problemas químicos.
Solo en filosofía y en física, me sentía capaz de razonar, discernir y valorar los temas más de una forma global. Fue una suerte, porque luego en mi elección de una ingeniería técnica, esta base de física fue la que me permitió ir aprovechando y asimilando las materias, e ir avanzando en la comprensión de muchos campos, interrelacionandolos y llegando a una globalidad integradora. También hizo que en mis años de universidad echara de menos las clases de ética y filosofía.
A veces he pensado acerca si me equivoque en mi elección de un bachillerato de ciencias. Porque quizá podría haber sido algo más que un mediocre ingeniero en una carrera más descriptiva, donde mis habilidades intuitivas para el análisis, pero sobretodo para la síntesis de esquemas mentales válidos me podrían haber servido de mucho. De todas formas estoy contento con mi formación, aunque ahora seguramente me habría ido a estudiar arquitectura, la perdedora en mi elección final, ante una ingeniería.
Durante mis años universitarios, como comento más arriba en este texto, fui madurando psicológicamente, y empece a poder razonar esas cuestiones y de esa forma, incluso en asignaturas que me fueran menos agradables. Francamente creo que fue un tema de edad y de madurez. Las intuiciones más fuertes, en las que mi cerebro inconsciente digería cosas más rápido que la parte consciente, siguieron llegando principalmente en el mismo tipo de materias donde me sentía a gusto, pero empece a ser capaz de valorar, enjuiciar, razonar, discutir dialécticamente muchos más temas, y he llegado a creer que podría haber sacado mucho más partido a mi educación de instituto si hubiera "madurado" antes.
Volviendo a la intuición, al principio me sorprendía de esta forma de sacar conclusiones por adelantado, y pensaba que ya había leído acerca de esto, o que ya lo sabía y lo había olvidado. Es algo dificil de exteriorizar o de explicar en general, y supongo que todos, en mayor o menor medida, lo tenemos ahí. Hay que relativizarlo todo mucho, porque así leído parece algo mágico o esotérico, pero es una parte de nuestra forma de pensar, nos demos cuenta de ello o no, lo único que es muy sutil y al centrarte en hablar de ello parece más notorio de lo que es.
Lo he usado en la vida académica, y en la vida real, en el trabajo, y en las relaciones con las personas. En el trabajo pienso que es parte de mis características personales favorables, y me ayuda mucho al asimilar cosas y hace que mi curva de aprendizaje sea exponencial. Al principio me cuesta, como a todo el mundo, incluso más, porque analizo todos los conceptos y me fijo mucho en el detalle, pero luego, con algo de tiempo, cuando he procesado y reconocido los procesos y datos principales, creo que tiendo a asimilar mucho más rápidamente y sobre más profundamente los conceptos, siendo capaz de interrelacionar y usar la información y razonar los procesos de forma más global antes de lo habitual. Sobre todo a partir del momento en el que tengo una base suficiente para dejarme llevar en los procesos racionales y aportar intuitivamente según voy analizando situaciones.
En las relaciones interpersonales, creo que es algo parecido. Sin tener una gran experiencia, por ser una persona tímida, he sido capaz, a través de la experiencia, por supuesto, de comportarme más parecido a lo que sería una persona extrovertida, de lo que realmente soy.
Aunque por supuesto, en estas lides, la intuición me falla, o la limito de una forma mucho más activa, sobretodo en ciertas situaciones. En particular me vienen a la cabeza situaciones en las que mi intuición me gritaba a pleno pulmón cosas que sabía fehacientemente que no podían ser verdad. Aunque ha habido veces que lo eran. Si, claro, en relaciones con personas del sexo opuesto ;) Pero claro, si uno se siente tan atraido por alguién, por una persona en particular, se pude confundir deseo con intuición.
Luego, con el lado más esotérico y personal, he tenido intuiciones, que más que ser eso en si mismas, eran sentimientos vestidos de tales. Me pasa, e intento desenmascararlas, pero no siempro llego a ello. Saber que mi sitio es este, pensar que no quiero irme, o que esa relación no es parte de mi futuro, este trabajo no te conviene, o que aquella persona es... Cosas de ese estilo, que son irracionales, que las sentimos místicas o como parte de una revelación del destino... en mi opinión son sentimientos muy fuertes procesados por el mismo mecánismo intuitivo, pero en su vertiente emocional.
También, aunque se que lo son, sensaciones no conscientes, me ayudan a valorar cosas que son dificiles de racionalizar, pero que no son para nada poco importantes, y que las vemos sin ser plenamente conscientes de ellos. Por eso muchas veces tenemos buenas impresiones de personas, puestos de trabajo, lugares... sin saber porque exactamente, y al revés. Con un detallado analisis podemos llegar a conclusiones que refuercen esa intuición o primera impresión, pero es sorprendente la rápidez de proceso para estos menesteres de nuestra psique en segundo plano.
Yo, por lo menos, le doy un valor considerable a estas cosas, sabiendo que tiene un margen de error, una voluptibilidad y una permeabididad con nuestros propios deseos mucho más grande que la parte racional.
Seguro que no es una conclusión a la que llegase por mi mismo, de hecho, sé que fue parte de mi educación en el instituto y en la clase de filosofía con mi profesor Héctor, donde llegué a asimilar este tipo de conceptos y a tener una base un poco más sólida que la gran mayoría de gente, tanto para conocerme mejor, como para analizar mi forma de pensar, o para saber un poco acerca de la psique y sus métodos.
Una consulta rápida, Intuición en la Wikipedia, puede daros una idea vaga, pero bastante cerca a ese concepto que manejaba yo, y que parece que es similar a una parte de la definición que se da al termino actualmente en la comunidad científica. Cosa que hace que parezca un poco menos desvarío y un más cerca de la verdad (aunque tampoco mucho realmente, en si mismas, por hecho de la contrastación científica).
Yo, a lo largo de mi formación, de mi educación, poco a poco, y sobretodo a partir de los 20 años, cuando de verdad creo que maduré racionalmente hablando (no a nivel de personalidad... que aún me queda para eso)... y empecé a darme cuenta que podía hacer cosas que antes no, a cuestionarme cosas, a analizar razonar planteamientos por mi mismo y discernir, bajo mi criterio, si eran mejores o peores, observé momentos a lo largo mi vida académica, en los que sin proceso racional consciente, se me presentaban conclusiones que luego, analizadas con calma, razonadas y comprobadas, normalmente eran correctas. Siempre bajo mi propio prisma. Pero me llamaba la atención.
Solía pasarme sobre todo en clase, cuando un profesor explicaba alguna materia, y principalmente si esta era de mi agrado e interesante, que cuando estaba siguiendo con atención el hilo de la clase, muchas veces me adelantaba a la conclusión sin estar pensando en buscarla, simplemente atendidendo al profesor me aparecía en la cabeza. Muchas veces tuve que callarme para no parecer repelente, aunque no siempre, y sobretodo me permitía participar cuando los profesores eran los adecuados. De todas formas no era algo que pasase siempre y en todos los temas. Tampoco me pasaba a diario, ni en los temas que me costaban... solo en materias donde lógicamente se pudieran llegar a conclusiones, o donde tuviera experiencia y/o conocimientos previos.
Luego con el tiempo, he pensado en mi vida académica en general, y viéndolo desde la distancia, creo lo que hizo que destacara en los inicios más tempranos de EGB y luego que fuera un estudiante medianamente bueno en el instituto, fue esta misma "característica" mía. En el colegio asimilaba fácilmente los contenidos, solo con prestar atención, y digamos que se procesaba todo, de una forma en la que no tenía que estudiar para los exámenes de primaria, solo refrescar la lección con una lectura el día de antes, y explicar los temas como si estuviera hablando en las pruebas por escrito.
En el instituto me encontré con una supuesta inteligencia y capacidad, que no era tal. No tenía método de estudio, como me fui dando cuenta con el paso de los años, y mis tutores intentaron hacerme ver, pero no entendí hasta hace poco como funcionaba eso. Con mi habitual trabajo de atención en clase y algo de trabajo en casa, fuí sacando los cursos con unas notas aceptables, que dentro del nivel de la clase eran destacables, y que a nivel absoluto eran buenas, dado el buen nivel de exigencia en el instituto y a unos docentes bastante buenos.
Aún así, comparándome con los 2 ó 3 compañeros que tenía por encima de mí en notas en clase, me sentía frustrado, porque era incapaz de hacer ciertas cosas. No era algo que me atormentase, pero lo percibía. Sobre todo con un compañero que era un máquina en matématicas y lógica, y a mí me resultaba imposible aprender entendiendo las demostraciones de teoremas matemáticos. Acabé sacando el BUP y el COU aceptablemente, pero yo mismo me dí cuenta que aunque fuera de ciencias, las asignaturas de letras se me daban mejor. Las materias descriptivas no me costaban de asimilar y luego con mi buena memoria, e hilvanando los esquemas relacionales entre conceptos, podía vomitar exámenes bastante legibles sin un esfuerzo tan grande de memorización como el que me requerían las demostraciones de matemáticas, o los procesos de problemas químicos.
Solo en filosofía y en física, me sentía capaz de razonar, discernir y valorar los temas más de una forma global. Fue una suerte, porque luego en mi elección de una ingeniería técnica, esta base de física fue la que me permitió ir aprovechando y asimilando las materias, e ir avanzando en la comprensión de muchos campos, interrelacionandolos y llegando a una globalidad integradora. También hizo que en mis años de universidad echara de menos las clases de ética y filosofía.
A veces he pensado acerca si me equivoque en mi elección de un bachillerato de ciencias. Porque quizá podría haber sido algo más que un mediocre ingeniero en una carrera más descriptiva, donde mis habilidades intuitivas para el análisis, pero sobretodo para la síntesis de esquemas mentales válidos me podrían haber servido de mucho. De todas formas estoy contento con mi formación, aunque ahora seguramente me habría ido a estudiar arquitectura, la perdedora en mi elección final, ante una ingeniería.
Durante mis años universitarios, como comento más arriba en este texto, fui madurando psicológicamente, y empece a poder razonar esas cuestiones y de esa forma, incluso en asignaturas que me fueran menos agradables. Francamente creo que fue un tema de edad y de madurez. Las intuiciones más fuertes, en las que mi cerebro inconsciente digería cosas más rápido que la parte consciente, siguieron llegando principalmente en el mismo tipo de materias donde me sentía a gusto, pero empece a ser capaz de valorar, enjuiciar, razonar, discutir dialécticamente muchos más temas, y he llegado a creer que podría haber sacado mucho más partido a mi educación de instituto si hubiera "madurado" antes.
Volviendo a la intuición, al principio me sorprendía de esta forma de sacar conclusiones por adelantado, y pensaba que ya había leído acerca de esto, o que ya lo sabía y lo había olvidado. Es algo dificil de exteriorizar o de explicar en general, y supongo que todos, en mayor o menor medida, lo tenemos ahí. Hay que relativizarlo todo mucho, porque así leído parece algo mágico o esotérico, pero es una parte de nuestra forma de pensar, nos demos cuenta de ello o no, lo único que es muy sutil y al centrarte en hablar de ello parece más notorio de lo que es.
Lo he usado en la vida académica, y en la vida real, en el trabajo, y en las relaciones con las personas. En el trabajo pienso que es parte de mis características personales favorables, y me ayuda mucho al asimilar cosas y hace que mi curva de aprendizaje sea exponencial. Al principio me cuesta, como a todo el mundo, incluso más, porque analizo todos los conceptos y me fijo mucho en el detalle, pero luego, con algo de tiempo, cuando he procesado y reconocido los procesos y datos principales, creo que tiendo a asimilar mucho más rápidamente y sobre más profundamente los conceptos, siendo capaz de interrelacionar y usar la información y razonar los procesos de forma más global antes de lo habitual. Sobre todo a partir del momento en el que tengo una base suficiente para dejarme llevar en los procesos racionales y aportar intuitivamente según voy analizando situaciones.
En las relaciones interpersonales, creo que es algo parecido. Sin tener una gran experiencia, por ser una persona tímida, he sido capaz, a través de la experiencia, por supuesto, de comportarme más parecido a lo que sería una persona extrovertida, de lo que realmente soy.
Aunque por supuesto, en estas lides, la intuición me falla, o la limito de una forma mucho más activa, sobretodo en ciertas situaciones. En particular me vienen a la cabeza situaciones en las que mi intuición me gritaba a pleno pulmón cosas que sabía fehacientemente que no podían ser verdad. Aunque ha habido veces que lo eran. Si, claro, en relaciones con personas del sexo opuesto ;) Pero claro, si uno se siente tan atraido por alguién, por una persona en particular, se pude confundir deseo con intuición.
Luego, con el lado más esotérico y personal, he tenido intuiciones, que más que ser eso en si mismas, eran sentimientos vestidos de tales. Me pasa, e intento desenmascararlas, pero no siempro llego a ello. Saber que mi sitio es este, pensar que no quiero irme, o que esa relación no es parte de mi futuro, este trabajo no te conviene, o que aquella persona es... Cosas de ese estilo, que son irracionales, que las sentimos místicas o como parte de una revelación del destino... en mi opinión son sentimientos muy fuertes procesados por el mismo mecánismo intuitivo, pero en su vertiente emocional.
También, aunque se que lo son, sensaciones no conscientes, me ayudan a valorar cosas que son dificiles de racionalizar, pero que no son para nada poco importantes, y que las vemos sin ser plenamente conscientes de ellos. Por eso muchas veces tenemos buenas impresiones de personas, puestos de trabajo, lugares... sin saber porque exactamente, y al revés. Con un detallado analisis podemos llegar a conclusiones que refuercen esa intuición o primera impresión, pero es sorprendente la rápidez de proceso para estos menesteres de nuestra psique en segundo plano.
Yo, por lo menos, le doy un valor considerable a estas cosas, sabiendo que tiene un margen de error, una voluptibilidad y una permeabididad con nuestros propios deseos mucho más grande que la parte racional.
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