Un fin de semana de Iaido en Manzanares, un pueblo en Ciudad Real, un pueblo manchego.
Dificil de explicar, pero el fin de semana ha sido un redescubrir todo el cámino que aún me queda por recorrer en el Iaido, y como me dijo el maestro Robert, también en la vida.
Estoy y estaba antes de ir con sensación de estar bien, de tener cosas que antés no tenía, que me ha dado el pasar del tiempo, las situaciones que he vivido y la gente que me ha rodeado este último año. Pero este curso y en particular mi profesor Jose, y su profesor Robert, me han dado muchos deberes para hacer, como siempre de Iaido, pero Robert tiene la costumbre de hacerte ver, por si no te has dado cuenta, que el Iai y tu vida estan muy interrelacionados. Sé que me salieron muchas cosas mal en mi práctica, que me las corrigió, y en parte me supo mal porque Jose en el trabajo diario también me las intenta hacer ver, tendría que tenerlas más adelantadas.
Pero por el lado bueno, me las corrigieron de una forma que debería servir de ejemplo para todo aquel que se dedica a enseñar, me hizo sentir que si me corregían esas cosas, era porque estaba preparado para ello, que había avanzado en el tiempo que llevo entrenando y en parte me enseñaban el cámino por el que tengo que seguir durante una temporada. Son muchos aspectos, pero es lo divertido del asunto.
Sentimientos. Siempre que me ve me lo dice, que me abra, que haga los movimientos grandes, desinhibido, mostrandome tal como soy. Es cierto que en clase estoy más a gusto y me siento más fluido, pero se que es parte de mi lucha, que aún no he superado.
A parte de la metafísica interior del Iaido, el curso estuvo bien. Con agujetas y dolor de muelas, pero las ya clásicas cervezas (claras en mi caso) comiendo y ese vinito manchego, todo en muy buena compañía como siempre con Jose y Rafa, y además, esta vez Tamara, que pasó su primer examen. Enhorabuena para ella y Rafa, que ambos aprobaron su examen.
Al final, antes de venirnos, un detalle contado como si no pasase nada, como si fuera una menudencia, pero que me dejó un poco tocado. Con respecto a una persona que aunque no muy conocida, que ya se ha ganado nuestro cariño y respeto. Que dificil es encajar la realidad de la vida. Hay que vivirla, como viene, y disfrutar todo lo que se pueda, pero aún esos nubarrones, aunque te dejen ver la luz, le quitan brillo al cielo.
Solo queda mentar el gran trabajo y lo bien que llevó todo Villa, nuestro anfitrión de Manzanares y que hizó que fuera un cursillo muy ameno y agradable, con mejor comida y compañía, que seguro se convierte en un habitual de nuestro calendario anual de salidas de Iaido.