Tras irrumpir este último mes como un ciclón en el basket NBA, y por tanto, en el basket mundial, un aficionadillo como el que escribe, no se explica los motivos de esta eclosión.
Lo hace tan fácil, tan natural, sin un cambio en su físico apreciable, sin motivos aparentes más que un clic mental de confianza y/o de encontrar tu ambiente... que es difícil de comprender.
A estos niveles, cualquier pringaillo de la NBA es un dechado de virtudes físicas y técnicas, y las diferencias se marcan a un nivel táctico, de ajuste, y sobretodo, mental... o por lo menos eso digo yo a partir de lo que oigo que dicen los expertos.
Pero a pesar de ello, este chico ha roto, ha explosionado, ha despuntado... como quieras decirlo, de la nada al cielo, en una semana... que ya van para dos... y sigue sin dar indicios de ser flor de un día.
Por eso, la explicación más sencilla, que no más plausible, por mucho que le pese a Occam, es una ya antigua... bastante socorrida en casos como este de ignorancia, envidia exacerbada y falta de explicación fácil que no pase por el hecho de aceptar que alguién es mejor que uno mismo, encima se lo ha currado y probablemente haya tenido algún pequeño golpe de suerte.
El sencillo: "Ha hecho un pacto con el diablo"
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